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lunes, 31 de marzo de 2014

¿Lo que significa ser ordenado? por Benjamin Trinidad

¿Lo que significa ser ordenado?
Ensayo
Pr. Benjamin Trinidad
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Algunos piensan que esta ceremonia añade alguna gracia, cualidad virtual o sienten que desciende un poder que los califica inmediatamente para todo trabajo ministerial. Eso es un error fatal, no hay nada mágico en ello, no nos da más jerarquía como para sentirse orgulloso o mayor poder, nada de eso. Lo que si pasa es que llega un punto en nuestra experiencia cristiana cuando Dios nos va a confiar el cumplimiento misional de su iglesia y que para lograr este fin necesitamos ser autorizados por la iglesia, no solamente para enseñar la Palabra de Dios, sino para cumplir con el rito del bautismo y para organizar iglesias, siendo investidos con plena autoridad eclesiástica. Ese reconocimiento tiene que ser público.
La palabra griega que designa esta acción es “ἐπιθέσεως” que viene de “ἐπίθεσις” se menciona 4 veces, en Hechos 8:18; 1 Timoteo 4:14; 2Timoteo 1:6 y Hebreos 6:2, era una práctica muy usual en el Antiguo Testamento para bendecir, consagrar y dedicar personas para determinadas funciones (Nm 8:10, 27;18, 23; Gn 48:13), su uso en el Nuevo testamente tiene un significado simbólico de transferencia de autoridad para una acción determinada, también esta incluye la idea de bendición que generalmente se realiza con las manos.
Fuimos ordenados para una obra específica, preparar el pueblo de Dios para su gloriosa venida. Nuestros pastores, como agentes señalados en nuestra iglesia y en quienes podemos confiar, pusieron sus manos para cumplir con la voz del Espíritu Santo cuando dijo: “…Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado” (Hechos 13:2, NVI)
Entiendo ahora con más claridad que no debo tener confianza en mí mismo sino en Dios y en ministros quienes lideran su obra, por ser apartado para el evangelio entiendo que debo seguir con el rumbo trazado, al igual que otros pastores de antaño y del presente, de expandir el evangelio en lugares donde las tinieblas han oscurecido por completo la luz de la verdad.
Puedo entender y oír las palabras del Espíritu Santo que me habla a través de su sierva diciendo:
¿Qué puede hacer un pastor sin Jesús? Nada, por cierto. De manera que si es un hombre frívolo, chistoso, no está preparado para desempeñar la tarea que el Señor le asignó. “Separados de mí—dice Cristo—, nada podéis hacer”. Las palabras impertinentes que salen de sus labios, las anécdotas frívolas, las palabras habladas para producir risa, son todas condenadas por la Palabra de Dios, y están totalmente fuera de lugar en el púlpito sagrado. Testimonios para Ministros 142.2.
Os digo claramente, hermanos, que a menos que los ministros estén convertidos, nuestras iglesias serán enfermizas y estarán al borde de la muerte. El poder de Dios es el único capaz de cambiar el corazón humano y llenarlo del amor de Cristo. El poder de Dios es el único que puede corregir y dominar las pasiones y santificar los afectos. Todos los que ministran deben humillar sus corazones orgullosos, someter su voluntad a la voluntad de Dios, y ocultar su vida con Cristo en Dios. Ibíd., 143.1
Ministros, por causa de Cristo, comenzad la obra en favor de vosotros mismos. Por vuestra vida no santificada habéis colocado piedras de tropiezo delante de vuestros propios hijos y delante de los no creyentes. Algunos de vosotros actuáis por impulso, guiados por la pasión y el prejuicio, y traéis a Dios ofrendas impuras, manchadas. Por amor de Cristo, limpiad el campamento, comenzando, por la gracia de Cristo, la obra personal de purificar el alma de la contaminación moral. Un ministro que desde el púlpito hace chistes o exagera la nota para obtener alabanza, es un espectáculo que crucifica nuevamente al Hijo de Dios y lo expone a la vergüenza. Ibíd. 146, 2

Una vez más deseo cooperar con Cristo y con los ángeles en la sagrada labor de expandir su obra, tenemos la promesa siguiente: “Mientras continuaran trabajando unidos, los mensajeros celestiales irían delante de ellos abriendo el camino; los corazones serían preparados para la recepción de la verdad y muchos serían ganados para Cristo. Mientras permanecieran unidos, la iglesia avanzaría “hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden.” Cantares 6:10. Nada podría detener su progreso. Avanzando de victoria en victoria, cumpliría gloriosamente su divina misión de proclamar el Evangelio al mundo. Hechos de los Apóstoles, 74.3